Quiero compartirte lo que Dios me ha estado enseñando estos últimos meses.
Si me conoces en persona sabes que soy una persona muy activa, con mil cosas en la agenda y muchos proyectos que completar. Me gusta estar en control, saber a qué horas y en dónde, tener todo bien planeado y tener la meta bien al alcance de mi vista.
Bueno pues, en estos últimos meses ese escenario es lo más lejano a lo que estoy viviendo. Llegó el caos a mi vida. Le llamo tormenta. La tormenta es todo aquello que está completamente fuera de tu control. Aquello en donde dices "No hay absolutamente nada que pueda hacer para solucionar este asunto."
Te has sentido así?
Hay dos incidentes en la Biblia cuando Jesús y sus discípulos se enfrentan a una tormenta.
Marcos 4
Mateo 14
Muchas veces nos preguntamos si el pasar por tormentas querrá decir que no estamos en la voluntad de Dios. En estas dos ocasiones Jesús mismo fue el que les pidió a sus discípulos que se subieran a la barca sabiendo muy bien que venía la tormenta. A veces la tormenta es una clara indicación de que estás en el puro centro de la voluntad de Dios.
Jesús no dependía de la fe de sus discípulos para traer la calma a la tormenta. En las dos instancias la fe les falló, pero Jesús hizo lo que tenía que hacer. Muchas veces tu fe va a flaquear, cuando los vientos se ponen fuertes y te sientes zarandear, tus emociones se activan y sientes desmayar, pero Jesús de todas maneras hace lo que tiene que hacer. Calmar la tormenta con autoridad y estirarte la mano para no dejarte hundir. No tenemos que tener el control, sólo tenemos que ir hacia el que siempre tiene el control.
Otra cosa que me encanta es leer el reclamo de los discípulos: "Jesús, que no te importa que nos estamos hundiendo?" Y la respuesta de Jesús - Absoluto silencio hacia los discípulos - Pero absoluta autoridad hacia la tormenta —¡Calla, enmudece!
En todo momento estamos pasando por una de tres situaciones: Entrando a la tormenta, en la tormenta o saliendo de la tormenta, y la realidad es que la calma, muy rápidamente se puede convertir en caos. Es durante la calma que a veces tenemos la tendencia de tomar el control de nuestras vidas; de independizarnos y caminar confiados en nuestras propias fuerzas. Es sólo cuando aprendemos a depender de Jesús totalmente durante la calma, que entonces lo encontramos durante la tormenta y podemos caminar confiados y seguros en Él, aunque los vientos estén fuertes y desafiantes.
Aprende a oír su voz, a seguir sus instrucciones, a caminar sobre sus pisadas y a descansar sabiendo que el está en control.
Si me conoces en persona sabes que soy una persona muy activa, con mil cosas en la agenda y muchos proyectos que completar. Me gusta estar en control, saber a qué horas y en dónde, tener todo bien planeado y tener la meta bien al alcance de mi vista.
Bueno pues, en estos últimos meses ese escenario es lo más lejano a lo que estoy viviendo. Llegó el caos a mi vida. Le llamo tormenta. La tormenta es todo aquello que está completamente fuera de tu control. Aquello en donde dices "No hay absolutamente nada que pueda hacer para solucionar este asunto."
Te has sentido así?
Hay dos incidentes en la Biblia cuando Jesús y sus discípulos se enfrentan a una tormenta.
Marcos 4
Una vez despedida la multitud, se lo llevaron tal como estaba en la barca. También había otras barcas. Pero se levantó una gran tempestad de viento que echaba las olas en la barca, de tal manera que ya se anegaba. Él estaba en la popa, durmiendo sobre un cabezal. Lo despertaron y le dijeron:
—¡Maestro!, ¿no tienes cuidado que perecemos?
Él, levantándose, reprendió al viento y dijo al mar: —¡Calla, enmudece!
Entonces cesó el viento y sobrevino una gran calma. Y les dijo:
—¿Por qué estáis así amedrentados? ¿Cómo no tenéis fe?
Entonces sintieron un gran temor, y se decían el uno al otro:
—¿Quién es éste, que aun el viento y el mar lo obedecen?
Mateo 14
En seguida Jesús hizo que los discípulos subieran a la barca y se le adelantaran al otro lado mientras él despedía a la multitud.Y la barca ya estaba bastante lejos de la tierra, zarandeada por las olas, porque el viento le era contrario.
En la madrugada, Jesús se acercó a ellos caminando sobre el lago. Cuando los discípulos lo vieron caminando sobre el agua, quedaron aterrados. —¡Es un fantasma! —gritaron de miedo. Pero Jesús les dijo en seguida: —¡Cálmense! Soy yo. No tengan miedo. —Señor, si eres tú —respondió Pedro—, mándame que vaya a ti sobre el agua. —Ven —dijo Jesús.
Pedro bajó de la barca y caminó sobre el agua en dirección a Jesús. Pero al sentir el viento fuerte, tuvo miedo y comenzó a hundirse. Entonces gritó: —¡Señor, sálvame!
En seguida Jesús le tendió la mano y, sujetándolo, lo reprendió: —¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?
Cuando subieron a la barca, se calmó el viento. Y los que estaban en la barca lo adoraron diciendo: —Verdaderamente tú eres el Hijo de Dios.
Muchas veces nos preguntamos si el pasar por tormentas querrá decir que no estamos en la voluntad de Dios. En estas dos ocasiones Jesús mismo fue el que les pidió a sus discípulos que se subieran a la barca sabiendo muy bien que venía la tormenta. A veces la tormenta es una clara indicación de que estás en el puro centro de la voluntad de Dios.
Pero qué era lo que Jesús tenía en mente enseñarles? Una historia dice que Jesús estaba dormido y que había que mantener la calma y aprender a estar en descanso durante la tormenta, otra dice que hay que bajarse y caminar sobre el agua. Entonces qué? Dormir o caminar?
Las dos!
La clave es... quédate en donde está Jesús. Cerca de Él es donde debes estar.
Fíjate en algunas cosas...
Jesús no dependía de la fe de sus discípulos para traer la calma a la tormenta. En las dos instancias la fe les falló, pero Jesús hizo lo que tenía que hacer. Muchas veces tu fe va a flaquear, cuando los vientos se ponen fuertes y te sientes zarandear, tus emociones se activan y sientes desmayar, pero Jesús de todas maneras hace lo que tiene que hacer. Calmar la tormenta con autoridad y estirarte la mano para no dejarte hundir. No tenemos que tener el control, sólo tenemos que ir hacia el que siempre tiene el control.
Otra cosa que me encanta es leer el reclamo de los discípulos: "Jesús, que no te importa que nos estamos hundiendo?" Y la respuesta de Jesús - Absoluto silencio hacia los discípulos - Pero absoluta autoridad hacia la tormenta —¡Calla, enmudece!
Jesús no les mostró cuanto se preocupaba por ellos, pudo haber comenzado dándoles palabras de aliento - "A ver, cálmense, tranquilos, claro que me importa, respiren profundo y manténganse calmaditos" NO! Jesús les demostró que ÉL estaba en CONTROL!
Amiga, si tu y yo vamos a ir a algún lado, siempre debe ser hacia el que está en Control: Jesús.
En todo momento estamos pasando por una de tres situaciones: Entrando a la tormenta, en la tormenta o saliendo de la tormenta, y la realidad es que la calma, muy rápidamente se puede convertir en caos. Es durante la calma que a veces tenemos la tendencia de tomar el control de nuestras vidas; de independizarnos y caminar confiados en nuestras propias fuerzas. Es sólo cuando aprendemos a depender de Jesús totalmente durante la calma, que entonces lo encontramos durante la tormenta y podemos caminar confiados y seguros en Él, aunque los vientos estén fuertes y desafiantes.
Aprende a oír su voz, a seguir sus instrucciones, a caminar sobre sus pisadas y a descansar sabiendo que el está en control.