Día 5 - Ora Creyendo
Mi Tita y yo platicamos mucho sobre la oración, es un tema favorito entre nosotras. Hoy les quiero platicar una pequeña experiencia que selló algo importante en mi corazón.
Cómo ya les platiqué, una de las cosas que más disfrutamos Tita y yo en estas vacaciones fue la vegetación. La verdad es que si yo no hubiera andado con ella, ni cuenta me hubiera dado, porque fueron sus comentarios de asombro que me hicieron voltear a ver con mayor detenimiento.
Todos los días comentaba sobre lo imponentes de las palmeras altísimas que se veían de nuestra ventana, y en el hotel había un hermoso jardín de rosas de todos los colores del arco íris el cuál disfrutábamos todas las tardes ya que Tita se detenía a decir algo sobre cada flor. Cuando salíamos a dar la vuelta en el carro, comentaba sobre cada bugambilia, azhalea, encino y eucalipto. Cada uno le parecía más maravilloso que el otro.
La lección empezó cuando en voz alta comenzó a orar para que Dios mandara lluvia para los árboles. En cuanto nos subíamos al carro comenzaba su oración de nuevo, "Señor, manda lluvia, mira como tienen sed los árboles." "Señor, los árboles y las flores necesitan lluvia, manda lluvia." Yo solamente la escuchaba curiosa y pensaba en el clima hermoso que estábamos disfrutando, ni una nube negra, el sol brillante, el calorsito rico por la brisa del mar - nada que ver con la lluvia!
Así pasamos toda la semana, paseando en el carro orando por lluvia. Se llegó el viernes y cuando salimos a meter maletas al carro me fijé que en el horizonte se veía una nube gris y que el frío se estaba levantando. No pensé más allá que asegurarme que se pusiera algo calientito para salir al carro.
Llegamos sanos y salvos a casa. Esa noche comenzó a llover bastante fuerte. Una lluvia inusual para la estación. Cómo a las tres de la mañana me despertó el golpe de la lluvia y en cuanto abrí los ojos me dijo el Espíritu Santo, "Esta es la lluvia por la que oró tu Tita toda la semana, justo a tiempo para darle un traguito a las plantas y no afectarles sus vacaciones." "Tu Tita vio la necesidad, oró creyendo y respondí." No pude más que sonreír y decir -gracias.
En la mañana, tempranito le hablé a Tita por teléfono y le pregunté, "Qué crees, abuelita?" Me contestó "El Señor mandó la lluvia que le pedí." Como si la hubiera estado esperando - Otra vez sonreí!
Amiga, si tu árbol está seco, pide lluvia, El te la va a mandar justo a tiempo para hidratarlo y además no arruinarte las vacaciones! El nunca llega tarde!
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