viernes, 2 de mayo de 2014

Ora Creyendo

Día 5 - Ora Creyendo


Mi Tita y yo platicamos mucho sobre la oración, es un tema favorito entre nosotras. Hoy les quiero platicar una pequeña experiencia que selló algo importante en mi corazón.

Cómo ya les platiqué, una de las cosas que más disfrutamos Tita y yo en estas vacaciones fue la vegetación. La verdad es que si yo no hubiera andado con ella, ni cuenta me hubiera dado, porque fueron sus comentarios de asombro que me hicieron voltear a ver con mayor detenimiento. 

Todos los días comentaba sobre lo imponentes de las palmeras altísimas que se veían de nuestra ventana, y en el hotel había un hermoso jardín de rosas de todos los colores del arco íris el cuál disfrutábamos todas las tardes ya que Tita se detenía a decir algo sobre cada flor. Cuando salíamos a dar la vuelta en el carro, comentaba sobre cada bugambilia, azhalea, encino y eucalipto. Cada uno le parecía más maravilloso que el otro.


La lección empezó cuando en voz alta comenzó a orar para que Dios mandara lluvia para los árboles. En cuanto nos subíamos al carro comenzaba su oración de nuevo, "Señor, manda lluvia, mira como tienen sed los árboles." "Señor, los árboles y las flores necesitan lluvia, manda lluvia." Yo solamente la escuchaba curiosa y pensaba en el clima hermoso que estábamos disfrutando, ni una nube negra, el sol brillante, el calorsito rico por la brisa del mar - nada que ver con la lluvia!

 Así pasamos toda la semana, paseando en el carro orando por lluvia. Se llegó el viernes y cuando salimos a meter maletas al carro me fijé que en el horizonte se veía una nube gris y que el frío se estaba levantando. No pensé más allá que asegurarme que se pusiera algo calientito para salir al carro.

Llegamos sanos y salvos a casa. Esa noche comenzó a llover bastante fuerte. Una lluvia inusual para la estación. Cómo a las tres de la mañana me despertó el golpe de la lluvia y en cuanto abrí los ojos me dijo el Espíritu Santo, "Esta es la lluvia por la que oró tu Tita toda la semana, justo a tiempo para darle un traguito a las plantas y no afectarles sus vacaciones." "Tu Tita vio la necesidad, oró creyendo y respondí."  No pude más que sonreír y decir -gracias.



En la mañana, tempranito le hablé a Tita por teléfono y le pregunté, "Qué crees, abuelita?" Me contestó "El Señor mandó la lluvia que le pedí." Como si la hubiera estado esperando - Otra vez sonreí!

Amiga, si tu árbol está seco, pide lluvia, El te la va a mandar justo a tiempo para hidratarlo y además no arruinarte las vacaciones! El nunca llega tarde!




jueves, 1 de mayo de 2014

Da Gracias

Día 4 - Da Gracias


Nuestras pequeñas vacaciones fueron aquí mismo en San Diego. A penas a un brinquito de nuestra casa. La idea era descansar y cambiar de escenario. 
  
Uno de los días nos fuimos manejando hasta la frontera con el Condado de Orange en la parte norte de Carlsbad, fuimos a visitar los sembradíos de flores que rebosaban de color como un tapete maravilloso que cubría todo el horizonte, caminamos por el pueblito antiguo viendo las casas victorianas pintadas de lindos colores y luciendo sus hermosas verandas blancas. Manejamos hasta la orilla del mar y tomamos la carretera 101 de regreso al hotel en Del Mar. Las vistas del Pacífico fueron espectaculares, las olas se alzaban hasta cubrir a los surfeadores que disfrutaban del clima cálido en la playa. 


Nos detuvimos a comer en un Pollo Loco - un restaurante de comida rápida que sirve pollo rostizado, arroz y frijoles con tortillas de maíz y harina. Todo el camino y en cada parada no hacíamos más que escuchar a Tita hablar maravillas de cada cosa que veía y experimentaba. Quisiera que la hubieran escuchado hablar del pollo - "Que banquete nos estamos dando," "Es un verdadero manjar," "Mira nada más, todo lo que nos sirvieron, está riquísimo," "Comida de reyes."

Si así habló de la comida rápida, imagínense todo lo que fue diciendo durante el camino de regreso, mientras manejábamos por la orilla del Océano Pacífico. 

Cuando le arropaba las cobijas para ya despedirme por la noche, me dijo "Hija, ni con que agradecerte por este paseo tan increíble que me has dado hoy,no tengo con que pagarte y darte las gracias." 

Me impactaron profundamente sus palabras,  primero porque debo confesar que cuando la saco a pasear nunca me deja pagar absolutamente nada, ella paga todo, y segundo porque no la había llevado a pasear a Europa en un extenso y caro viaje. Habíamos paseado por nuestro propio jardín, comido de nuestra comida sencilla y viajado encerrados en nuestro carro. 


Tita estaba más que agradecida por este sencillo paseo, había disfrutado al máximo cada momento y a cada experiencia le había sacado todo el jugo posible. 

Se durmió diciendo gracias, gracias, y más gracias, y yo, contagiada, me acosté dándole gracias a Dios por el privilegio que me da de pasar tiempo con mi abuelita, por los días de descanso, por disfrutar a mi esposo y a mi hijo, por las flores, por las vistas, por las olas y por la brisa del mar. 

Amiga, que importante es para el corazón ser agradecido. Dar gracias por todo y en todo porque cuando el corazón es agradecido, no le queda tiempo de ver todo lo que todavía hace falta, se enfoca en las bendiciones que ya están aquí y puede disfrutarlas por más pequeñas que sean.

Ahorita, siéntate un ratito y enumera todas las cosas por las cuales puedes estar agradecido hoy. No te vayas a lo grande, enfócate en las cosas pequeñas, aprende a verlas y a apreciarlas. Comienza a dar gracias todos los días por que Jesús te amo, te rescató, te ha sentado en lugares celestiales con El y estas segura, y después voltea a ver todas las bendiciones que te ha añadido.

 Te aseguro que te irás a la cama igual de feliz que yo en ese hermoso día.