SECRETOS DE AMOR


Secretos de Amor
Carmen Wood

Primero lo primero

Cantar de los cantares 2:10-14  Mi amado me habló y me dijo:
«¡Levántate, amada mía; ven conmigo, mujer hermosa!
 ¡Mira, el invierno se ha ido, y con él han cesado y se han ido las lluvias!
Ya brotan flores en los campos:
 ¡el tiempo de la canción ha llegado!
Ya se escucha por toda nuestra tierra el arrullo de las tórtolas.
La higuera ofrece ya sus primeros frutos, y las viñas en ciernes esparcen su fragancia.
¡Levántate, amada mía; ven conmigo, mujer hermosa!»
Paloma mía, que te escondes en las grietas de las rocas, en las hendiduras de las montañas, muéstrame tu rostro, déjame oír tu voz, pues tu voz es placentera y hermoso tu semblante.

Nuestra Aventura comienza con una invitación, la de mi amor, una invitación y una bendición. Imagínate si puedes, un paisaje de desierto. Estas parada en el rayo del sol, cubierta de tela desde tu cabeza hasta tus pies, protegida del calor. Una leve brisa mueve tu velo y levanta un poco tu cabello. Frente a ti se encuentra una pequeña choza rústica. Las tablas que la componen están dañadas por el clima y cubiertas de astillas. Se puede ver a través de las tablas rotas hasta el otro lado. Piensas que esta choza se construyó sin atención al detalle, hasta que de repente fijas tu Mirada en las bisagras de la puerta. Son hermosas, forjadas en la forma de las hojas de una vid y racimos de uvas.

Abres la puerta, e inmediatamente ves un altar hacia tu izquierda. La choza es angosta, así es que el altar ocupa todo el ancho de la pared . Entras y cierras la puerta y te hincas a orar. Reconoces que es un lugar de oración, mi amor, porque has orado ya por mucho tiempo sobre una carga pesada que te agobia.

Caes al piso rendida con tu cara entre tus manos. Estas cansada de cargar el peso, pero por alguna razón, te queda suficiente energía para continuar orando fervientemente. Mientras oras, te das cuenta que unas manos hermosas comienzan a cubrir las paredes de la choza con una  seda delicada en colores rosados y verdes. Otro par de manos cuelga un candil del techo, un tomo con incienso se enciende y se pone sobre un entrepaño a tu derecha. EN un instante, tu closet de oración se transforma en una carpa Hermosa.

 
Después de mucho tiempo, escuchas un leve toque a la puerta. El Espíritu Santo te dice, “Levántate, mi amor, abre la puerta”. Has estado tan concentrada en tu oración, que no escuchaste el tique. Te levantas y abres la Cortina de seda. No hay nadie allí, pero al cerrarla de Nuevo, te das cuenta que han dejado un pequeño bulto frente a la puerta. Es un mono de peluche adorable, una abejita del tamaño de un perrito pequeño. Trae puesta una capa morada y una coronita de diamantes. En su mano derecha trae un cetro y en la izquierda un pergamino. La sientes mover en tus manos y te das cuenta que está ¡viva! ¡Que emoción! Le besas la carita y la abrazas hacia ti.

“Toma el pergamino”, te dice el Espíritu Santo.
Lo tomas y lo abres. Es un mensaje para ti…

Isaías 55:8-11 “Porque mis pensamientos no son tus pensamientos, ni mis caminos tus caminos”, -Dice El Señor. “Mis caminos y mis pensamientos son más altos que los tuyos;  ¡más altos que los cielos sobre la tierra!  Así como la lluvia y la nieve descienden del cielo, y no vuelven allá sin regar antes la tierra y hacerla fecundar y germinar
para que dé semilla al que siembra y pan al que come, así es también la palabra que sale de mi boca: No volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo deseo y cumplirá todos mis propósitos”.

El Espíritu Santo te susurra al oído, “Cómete el pergamino.”

 Se derrite en tu boca como la mas dulce de las mieles.

“Esta es Mi Palabra de poder,” te dice el Señor, “Declárala sobre tus cargas.”

Así es, esta es tu invitación:  El Espíritu Santo te dice, “Vente conmigo a mi tabernáculo de amor e intimidad. Quiero susurrar todos mis secretos de amor en tu oído. Ven conmigo y abrázame. Quiero besarte con el beso de la vida”.

Y esta es tu bendición: El Espíritu Santo mismo te unge y te dice, “Te bendigo para siempre con una nueva revelación de la persona de Jesús. Tus ojos y tus oídos son sanados de tal manera que ahora puedes ver su rostro, y escuchar el tono de su voz, para que puedas ser transformada al contemplar su hermosura”.

Recíbelo. Recíbelo y guárdalo en lo profundo de tu corazón y no tengas temor.


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